martes, 30 de septiembre de 2008

Arena


Es quizá el mismo regocijo que el gorjeo de un ave,
mirar el desnudo atardecer en la playa desierta,
las huellas sobre nuestra arena única del crepúsculo.

Es más amplio el brillo de tus ojos cuando las gaviotas
han remontado cerca de tus pasos
y lo sublime queda en contacto con nosotros.

Te podrías haber marchado lejos,
con esa amplitud de espíritu libre y soñador,
pero cumpliste con tu contrato a Cupido.
Tienes entre tus manos las mías
trémulas en nuestro contacto.

Soy junto a ti lo más extenso, la más serena.
Eres a mi lado el renaciente paso que todo lo conmueve.
Trato de olvidar que existo simplemente,
que no necesito de tus pómulos para sobrevivir,
sigo tratando de simular que no estoy tan atada a ti.

Tú llenas mis recónditos de almohadas que caen en plumas,
yo soy la luz que buscaste tanto tiempo,
esa que nos alumbra más allá de cualquier quimera no encontrada.

Te enredas de mis pestañas en girasoles de alba
entonces me someto a lo mágico.
Tienes el esbozo de mi piel morena grabado en tus partículas
girando día tras noche, luna y estrella.
Te conviertes en el descubrimiento de ningún tormento,
Sólo armonía verde claro.

Soy tu estela lejana y a la vez más próxima de nuestro universo,
cubriendo de hojas y flores silvestres la última primavera.