jueves, 25 de septiembre de 2008

Anakena


La cadencia de tus caderas
en las faldas de ese volcán
cubierta observas la arena engullida por el mar
las balsas deslizándose cruzan el celeste flotante
peces agarrados a sus fauces
reaccionan a su paso de hombres fuertes
los moais, gigantes jerárquicos de tiempos,
erosionados,
elevados,
símbolos remotos.
Rocas carcomidas
silenciosas se abren al mundo
abren sus brazos a las lágrimas chocantes
los orejas largas protegiendo su isla
nostálgicos y amarrados a su tierra
recuerdan silencios de pasados gloriosos
plenitud de libertad en su reino de sal.