jueves, 23 de agosto de 2007

Mañana le diré

Mañana le diré que las montañas estaban casi azules,
casi mimetizándose con el cielo,
también que el zorzal que solía visitarnos a nuestra ventana
vino a saludarla y me preguntó dónde estaba,
si volvería, si usaría el collar de perlas que tanto la favorecía,
le diré que no supe qué contestarle
y al mismo tiempo, me quedé observando fijamente las mismas montañas,
me pareció que ellas me miraban con curiosidad,
toda la hermosura que nos rodeaba seguía intacta
esperando que se uniera a la tersa flor.

Mañana le diré que sus pestañas largas
encienden los volcanes
y la lava recorre mi interior.
Sus manos suaves despeinan mi memoria
y la hacen revertir suspiros y más suspiros,
como si los segundos quisiesen agarrarse al pasado.

Mañana quizás la vea
y le coloque flores de olor cansado
para que se aferre a la vida que la anhela.


Ayer te fuiste pero mañana nadie podrá arrebatarnos el cantar de las aves
que nos mirarán cómo bailamos sin tocarnos,
cantamos sin escucharnos.

Te diré que me esperes para acunarme en tus alas doradas.
Mañana le diré todas esas cosas,
puesto que hoy, en el ocaso de mi vivir, ya no puedo.